17 de Marzo de 2020
Estamos presenciando, entre atónitos e incrédulos, una crisis sanitaria que nos ha cogido en muchos casos desprevenidos y nos ha obligado a tomar decisiones sin precedentes de forma súbita, asumiendo finalmente la tajante decisión del cierre de gimnasios y centros deportivos, entre otros establecimientos.
Espero que cuando estés leyendo este artículo la situación se haya normalizado, el esfuerzo y el compromiso hayan dado sus resultados y estemos recuperando -en mayor o menor medida- la normalidad en nuestros clubes, y en nuestras vidas.
Ha llegado una pandemia y con ella un tiempo de parón que, paradójicamente; nos impone reflexionar acerca de muchos de nuestros patrones de conducta y modelos de gestión en los clubes de fitness.
Tras el tiempo de contención, estoy convencida que la reapertura de los gimnasios conllevará a su vez el replanteamiento de muchas de las pautas operativas y las metodologías habituales de trabajo, poniendo seriamente en entredicho viejas creencias como las que relacionan presencia con productividad.
Algunas de estas cuestiones bien podrían ser las siguientes:
- Flexibilidad laboral: Las empresas del sector servicio requerimos un cierto volumen de presencia laboral, per se. Sin embargo, sí podemos valorar nuevas fórmulas que mejoren la conciliación laboral, personal, primando la posibilidad de desarrollar funciones (o parte de ellas) sin requerir la presencia física en el propio club.
- Productividad: En la gestión operativa de nuestros clubs, cabe la posibilidad de fijar nuevos parámetros para medir la productividad mediante indicadores económicos y de uso y satisfacción de los clientes. Personalmente no tengo ninguna duda de que la tasa de productividad de una persona está relacionada con su responsabilidad y no con su mayor o menor presencia.
- Digitalización: Creo que éste es un factor clave que reclama su presencia hace tiempo, y que ya no debería cuestionarse si no queremos perder el tren del futuro que es la innovación: Facilitar al cliente otras formas de participar de una clase dirigida o de un entrenamiento personal, mediante soluciones tecnológicas como clases en streaming, clases virtuales con acceso desde casa, canales de comunicación como YouTube o cualquiera de las app móviles con presencia en el mercado.
- Toma de decisiones: Cuando evitamos o posponemos la toma de decisiones por factores como la incertidumbre, en realidad estamos tomando una decisión de forma muy clara: La de la inmovilidad en la gestión y la de dejar el barco a la deriva de las circunstancias. En situaciones críticas, la premura en las decisiones puede resultar tan importante como el contenido de la misma.
- Corresponsabilidad: Las empresas también podemos ser solidarias y comprometidas con nuestro entorno más cercano. Y ser conscientes del rol que tenemos en el tejido social al que pertenecemos así como del grado de compromiso que asumimos. El deporte y la actividad física nos brinda excelentes escenarios y oportunidades para ello.
- Previsión: Una de las estrategias empresariales que a veces caen en el olvido, o en la cola de las multitareas que se llevan a cabo a diario; es tener siempre un plan B ante cualquier situación imprevista. No está de más recordar la importancia de cierta previsión en la operativa del club. Sin duda en estos tiempos también reclama su importancia clave.
- Comunicación: En momentos difíciles y ante situaciones complejas como la presente, establecer una buena comunicación, siendo claros y accesibles, suaviza mucho los efectos de la crisis. Aunque el pilar de la confianza sean los hechos, la información resulta imprescindible.
- Impecable gestión económica: La tesorería será el músculo encargado de sostener el peso de las consecuencias de esta crisis. Vamos a tener que ser más pulcros que nunca con la política de cuotas y precios. Y hacer un enorme esfuerzo comercial para mantener a buen recaudo nuestra principal fuente de ingresos.
Vivimos en tiempos convulsos. Vivimos en entornos laborales acostumbrados a las prisas en los desplazamiento y a cumplir horarios rígidos que aceptamos con absoluta normalidad. Vivimos en entornos sociales de consumo excesivo y excesivo pensar en nosotros mismos. Vivimos en entornos familiares donde la frustración aparece cuando nos confesamos nuestra impotencia para destinar el tiempo a los que tanto nos importan. Vivimos en la cotidianeidad del estrés.
Y en estos tiempos convulsos aparece un virus con un nombre “COVID-19” que bien podría ser el nombre algo tan inofensivo como un procesador informático de ultima generación.
Y su llegada todavía convulsiona más nuestros tiempos convulsos. Y paradójicamente nos empuja a buscar soluciones alternativas, a recuperar valores olvidados entre colas de tráfico. A querer volver a ser personas relacionándonos con personas, en persona.
A tener objetivos de vida, a respetar el tiempo y a mirar a nuestro alrededor.
A abrazar el sentido común. A movilizarnos. A comprometernos.
Muchas veces lo más sencillo, resulta casi inalcanzable.
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