
Y llegó el día. Aquel en que recibes el golpe inesperado. Se anuncia la subida del IVA al 21% para las instalaciones deportivas, superando las predicciones mas pesimistas.
La reacción en cadena no se hizo esperar. Notas de prensa, alud de “posts” en las redes sociales, mails, artículos, etc. Se respira un ambiente de preocupación real y se comparte mucha información y opiniones.
Surgen numerosos datos relevantes: La pérdida de 100.000 abonados en Portugal tras la adopción de medidas similares en el país vecino, el ahorro de 2’9 euros para el estado en concepto de salud y farmacia por cada euro invertido en Actividad Física, las cifras de la OMS en cuanto al impacto en obesidad en el año 2.030, la repercusión directa de la Actividad Física también en la mejora del absentismo laboral. Como último: El porcentaje de población que hace ejercicio habitualmente se sitúa en un 43%. Nuestro índice actual de penetración en tan solo el 16%.
Y nos acordamos de esos organismos que, erróneamente nos excluyen del ámbito de la salud, copartícipes de la idea de esa gran mayoría de población a la quizás no hayamos sabido transmitir nuestro mensaje de beneficio desde ese ámbito. Toda esa información donde hoy ponemos el acento. Llegados a éste punto hago mi propio ejercicio de autocrítica, individual. Y lo percibo una invitación obligada al cambio de paradigma.
En ese momento, por una curiosa asociación de ideas; me viene a la cabeza aquel famoso libro que hablaba de quesos, ratones y liliputienses.
Probablemente ya no valgan las cábalas numéricas, ni las medidas económicas de recorte y ajustes de costes. Todo ello estaría en el plano de la continuidad, como postura de resistencia a encajar la realidad del cambio profundo al que debemos llegar. Me atrevería a afirmar que la guerra de precios y servicios ya no es nuestro campo de batalla.
Pienso en aquella mayoría sedentaria a la que nunca hemos llegado. Cómo podemos satisfacer de algún modo sus necesidades o expectativas?
Conocen toda esa información en cuanto a beneficios en la salud y bienestar que nosotros manejamos? Somos creíbles y efectivos en los resultados? Qué idea tienen de nosotros todas esas personas que jamás han contemplado inscribirse en nuestros clubes deportivos? Dónde radica el desencuentro? Estoy convencida que las respuestas son múltiples pero ninguna está relacionada con el precio. Parafraseando a Machado “solo un necio confunde valor con precio”.
Y esa reflexión me lleva a otra: El balance entre Coste, Precio y Valor.
Valor es nuestro margen entre el coste y el precio. En éstos momentos el término «margen» adquiere un matiz de esperanza. Un concepto claramente subjetivo que se estima individualmente como beneficio. Aunque individual no excluya ser común.
Volvamos pues a esos datos contundentes que, desde la más absoluta objetividad, todos compartimos en blogs, prensa, redes sociales y comunicados. Como valores comunes de toda la población.
El acrónimo IVA incluye “valor” y “añadido” en su significado. Será una pista o un guiño inoportuno al sector?
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